Hay días en los que no sale nada. En los que hagas lo que hagas, el resultado parece predestinado. Y en el cuarto partido del Barça contra el Bayern así parecía. No es que el Barça jugara mal, es que no jugó. El equipo del tercer partido y el del cuarto no se parecen en nada. Y así lo dijo el propio Jasikevicius al final del partido, abatido por la derrota y sin encontrarle explicación.
Estaba claro que el encuentro sería muy diferente al tercero. Los de Trinchieri poco compitieron en ese encuentro y se jugaban la vida en el que podría ser su último partido de esta Euroliga. Con una afición animando a ritmo marcial, los alemanes asfixiaron a los culés con una gran defensa que, sumada a las malas decisiones en ataque del Barça, hizo el cóctel perfecto para sumar el segundo triunfo de la serie.
La crónica es rápida: intensidad alemana frente a desacierto culé. Y así en todos los cuartos. Un equipo que cuenta con Mirotic, Laprovittola, Calathes, Davies y compañía no se puede quedar en 12, 13, 9 y 18 puntos en un partido tan decisivo.
Hacer un 17% en triples, y menos del 40% en tiros de dos en este tipo de partidos es sinónimo de derrota, a no ser que tu defensa sea perfecta, algo que no sucedió tampoco a pesar de encajar solo 59 puntos. Y al menos consiguieron maquillar el resultado con esos 18 puntos del último cuarto donde los del Bayern solo anotaron 9.
Pero parece algo inadmisible, que el propio Saras admitió tras el partido, que un equipo pueda cambiar tanto en tan solo dos días de diferencia.
Mucho trabajo sobre todo mental, de cara al partido que se disputará en el Palau el próximo 3 de mayo. Un día clave para sellar un billete a la Final Four con muchas dudad, donde espera un Real Madrid que parece haber cambiado el chip en el momento correcto.
Se espera al Barça en esa Final Four de Belgrado, donde están los de Laso, donde se ha metido Anadolu Efes que empiezan de nuevo a dar mucho respeto y donde faltará el cuarto billete que se decide en el quinto partido entre Olympiakos y AS Mónaco.