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Historia que tú hiciste, historia por hacer…

Todo empezó con un 0-2 en el WiZink, con aquella vergonzosa pelea que desencadenó Llull y que otros decidieron continuar. Cinco partidos de sanción para Yabusele, dos para Punter y Deck y uno para Lessort. A mí, la lógica me dice que Exum también debería haber sido sancionado, pero no soy juez en la Euroliga, soy periodista, así que eso se lo dejo a otros. Con todo muy caliente, el Real Madrid viajó a Belgrado con una misión: regresar a Madrid a jugar el quinto puesto.

Y ahí entra la figura de Chus Mateo, criticada por infinidad de aficionados del conjunto blanco, entre los que me incluyo. Me gusta dar la cara. Después de la debacle en Copa del Rey, donde se rindió bastante por debajo de lo esperado, de haber perdido virtualmente la ventaja de campo en las ‘semis’ de la ACB si todo va según lo previsto y de tener pocas soluciones ofensivas y defensivas, el entrenador madrileño dio un golpe sobre la mesa. Y dijo aquello de ‘aquí estoy yo y voy a demostrar que puedo ser entrenador del Real Madrid’. Y vaya si lo hizo. El método fue la zona. O la amas o la odias. A mi me encanta. Y a Chus también. En el primer partido creó muchos problemas a los de Zeljko, pero en el tercer y cuarto fue a más.

El Real Madrid supo que sus opciones de victoria pasaban porque los serbios no corrieran. Y lo evitaron a toda costa. Sin Punter, el ataque estático era más complicado. A todo esto, se le sumó un Tavares imperial, demostrando por qué era el jugador más determinante del continente. 41 de valoración en el tercero y 30 en el segundo. Animal. La primera lección de Chus Mateo estaba dada: doble victoria en Belgrado, con todo en contra, con las sanciones encima de la mesa, con un público que apretó como nunca y, encima, con la lesión de Deck en el cuarto partido, que por suerte fue menos de lo que pareció, pero ya habías perdido a uno de tus jugadores clave. En esa posición, la de ‘4’, sin Deck y sin Yabusele, emergió Mario Hezonja, que no había sido tan decisivo en toda la temporada como lo fue en esa posición, anotando fácil y reboteando mejor. Los mejores jugadores siempre aparecen.

Y el culmen de todo esto llegó en Madrid, en el Palacio de los Deportes, en la calle Goya, delante de los aficionados blancos. En casa. La primera sorpresa, antes del salto inicial: Ndiaye titular. Mucha energía la que tiene el jugador africano. Como en su día dijo Pablo Laso: «no siempre se trata de fichar a uno o a otro, a veces hay que quitar jugadores». Y Chus Mateo lo tiene claro con Petr Cornelie. Fuera de la rotación y que juegue el chaval. Bingo. La segunda clave fue después del descanso, con el equipo sufriendo, 16 puntos abajo y con un Punter, que había vuelto después de la sanción con muchas ganas, estratosférico. Mateo planteó una defensa diferente a la zona 2-3 que tanto daño había hecho, consciente de que el maestro Zeljko ya la había trabajado. Y la decisión fue poner un triángulo + 2, es decir, dos hombres en individual y otros 3 en la zona en forma de triángulo. Hanga con Punter y Goss con Nunnally. Y funcionó. En parte también por la aparición estelar de un Sergio Rodríguez que, para los más nostálgicos, nos recordó a aquel de la 2013-2014, hace 9 temporadas, cuando fue MVP de la Euroliga. 26 de valoración, 19 puntos y clase magistral de cómo guiar a tu equipo a la victoria final en el partido más complicado del año.

Pero la gesta no acaba aquí. El Real Madrid acabó el choque y culminó la remontada con Sergio Llull (35 años) , Sergio Rodríguez (36 años) y Rudy Fernández (38 años) en cancha. La viaja guardia pretoriana. Siendo una de las peores temporadas que se le recuerdan a los dos primeros en la élite, al final aparecieron en el momento justo. Y es que ese gen ganador o gen madridista no se entrena. Se tiene o no se tiene. Y tanto los Sergios como Rudy nacieron con él.

¿Y por qué esto es historia? Porque nunca ningún equipo había remontado un 2-0 en contra en la Euroliga. Los 29 equipos que lo intentaron, fracasaron. Hasta que llegó el Real Madrid de Chus Mateo. Y contra el mejor en esto, el maestro Obradovic. Y es que, el genio de Čačak solamente había perdido una (vs. Baskonia en 2006 mientras entrenaba al todopoderoso Panathinaikos) de las 21 eliminatorias que había jugado en la Euroliga. Con esta, 2 derrotas en 22 series. Casi nada. Y sí, uno de los entrenadores más criticados del panorama baloncestístico actual fue el autor de dicha gesta, porque amén de las apariciones individuales, su gestión ha sido magnifica y ha sido desde la pizarra donde se han encontrado las soluciones para parar al Partizán. Chapeu, Chus.

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