Icono del sitio Mate Al Aro

Gracias,Julius…por todo

Toda generación tiene un ídolo… y el de la mía fue Magic Johnson. Alto, hábil, polivalente, espectacular y encima, simpático; ¿qué más se le podía pedir a un jugador de baloncesto en los años 80? Earvin Magic Johnson lo tenía todo para triunfar, por eso fue el ídolo de mi infancia. Cuando crecí, entendí la diferencia entre ser un ídolo y ser el mejor: en mi adolescencia me di cuenta de que Michael Jordan era mucho mejor que Magic Johnson (me costó asumirlo, pero en eso consiste madurar, en aceptar cosas que no te gustan). En la madurez reconocí que la patria de un hombre es su infancia: los mejores recuerdos son los de niño, nadie ha conseguido hacerme disfrutar del baloncesto tanto como Magic Johnson, aunque ahora sé mucho más de este deporte que lo que sabía entonces (bonita paradoja). Pero llegar a la madurez tiene cosas buenas, como es tener los recursos para poder hacer lo que quieras. Y cuando uno es un “friki” del baloncesto, emplea tiempo y dinero en investigar y conocer más sobre la historia de este maravilloso deporte, llegando a descubrir historias como la de Julius Erving alias “doctor J”.
El ídolo de Zion Williamson es Lebron James; el ídolo de Lebron es Michael Jordan, como lo es para Allen Iverson, Kobe Bryant, Vince Carter, etc (Michael Jordan probablemente sea el ídolo del 80% de los jugadores entre 2000 y 2019, y me puedo quedar corto). Pero, ¿quién era el ídolo de Michael Jordan? ¿Quién era el ídolo de Magic Johnson? ¿Quién era el ídolo de Charles Barkley, Isaiah Thomas, Clyde Drexler? Toda la generación de jugadores de la NBA entre 1980 y 1990 compartía el mismo ídolo, el mismo referente, el mismo modelo: Julius Erving. Fue el jugador que marcó a toda esa generación, el que veían en la TV cuando los Magic, Jordan y cía todavía jugaban en infantiles y juveniles. Y fue quien consiguió sacar el mejor potencial de todos esos chavales, con la simple idea de que imitasen sus jugadas en la calle. De la misma manera que Ernest Rutherford consiguió que 11 de sus alumnos ganasen un premio Nobel, Julius Erving fue el catalizador de la edad de oro de la NBA (tanto Rutherford como Erving fueron genios y “creadores de genios”, lo que es más importante).
Todo el baloncesto que hemos visto desde los años 80 se lo debemos única y exclusivamente a él, Julius Erving, fue el jugador que inició la modernización de este deporte, el que trajo la alegría del “streetball & playground” a las canchas profesionales, el que llevó a una nueva dimensión el arte de machacar el aro, el que enseñó que este deporte tenía que ser bello y apasionante, el que empezó a levantar a los aficionados de sus asientos con sus acciones, el que se inventó canastas por detrás del tablero, el primero en ligar su nombre a una marca de zapatillas, el que trajo la belleza de la curva cuando el resto jugaba de una manera cuadriculada, el que demostró que en este deporte no debe haber límites, el que se atrevía a machacar ante jugadores 20 cm más altos que él. Por todo ello, la NBA se vio obligada a fusionarse con la ABA en 1976 para relanzar el baloncesto como espectáculo televisado, porque necesitaba al doctor J para ello, de lo contrario, las TV dejarían de emitir baloncesto.
Una vez que conoces la historia del baloncesto, una vez que consigues ver el punto de inicio donde comenzó este deporte y lo comparas con su nivel actual, te das cuenta de la grandeza de Julius Erving, del papel innegable que ha tenido como pionero en el baloncesto actual y de lo agradecidos que tenemos que estarle todos los aficionados (tengamos la edad que tengamos) por lo que ha hecho por este deporte, por la influencia que ha tenido en todas las generaciones que le siguieron así como en la forma de jugar. Cuando el doctor J se retiró, fue homenajeado en todas y cada una de las canchas en las que jugó esa temporada (1986-87).

Cualquier cosa que pueda escribir un servidor, se queda corta y no le hace justicia. Si alguien quiere conocer la historia de Julius Erving, personalmente recomiendo ver el documental “The doctor”, una joya.

Autor: “la gallega”, fundador de descolgados del aro.

Salir de la versión móvil