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El error como maestro

Para la filosofía el error es la equivocación en el acto y todo juicio o valoración que contraviene el criterio que se reconoce como válido.

Si como sociedad interpretáramos el error de otra manera, en vez de hacer una valoración negativa quizás haríamos una positiva, digámosle, útil. Pongo esta afirmación sobre la mesa por dos razones: El error implica que he actuado. Actuando cambiamos el mundo en el que vivimos. A veces no somos del todo conscientes de cómo nuestros actos provocan reacciones que nos afectan no sólo a nosotros, sino también a otras personas. Pero ¿no crees que también afecta a los demás y a nosotros mismos lo que no hacemos? No realizar esa llamada a la persona adecuada para conseguir un trabajo puede cambiar las cosas, ¿no te parece? Por lo tanto, no hacer, también puede convertirse en un error.

Os pondré otro ejemplo baloncestístico. Si una jugadora o un jugador durante un partido no quiere recibir el balón porque se siente inseguro/a y se esconde, quizás no cometerá ningún error aparentemente, no obstante ¿podríamos llegar a interpretar su comportamiento como erróneo? Yo diría que sí. Los entrenadores mentales decimos que el cliente debe hacer lo que se ha propuesto hacer durante la sesión en los días posteriores a la misma y antes de la siguiente, porque acometer los siguientes pasos lo acercan cada vez más a su objetivo. Si no hace nada, ¿creéis que se puede producir algún cambio? Actuar es ponerse en el campo de pruebas y nos permite aprender. Si el cliente vuelve a la sesión y no ha hecho nada de lo propuesto estaremos en el mismo punto que nos encontrábamos el último día y pensará que no avanza. Por lo tanto, no hacer algo se puede considerar un error, lo hemos visto con el ejemplo del jugador/a de baloncesto o con la llamada, sin embargo, este tipo de error, error por omisión podríamos decir, no nos enseña gran cosa, porque de lo que aprendemos es de la práctica. ¿Creéis que la jugadora de baloncesto que se esconde puede aprender algo provechoso de no participar en el juego?

En segundo lugar, está la interpretación. Y este punto es el más importante una vez tenemos claro que tenemos que actuar a pesar de que podamos equivocarnos porque es la manera de poder aprender. Tanto hacer una cosa como la contraria puede convertirse en un error, pero lo que cambia es lo que me digo a mí misma cuando eso pasa. ¿Cómo crees que puede cambiar el impacto que tiene el error en mí si cuando el cometerlo me digo lo siguiente?:

Y como creéis que impactaría el error si cuando lo cometo me hago preguntas como estas:

Os pongo otro ejemplo para que lo veáis más claro: Fallar una canasta crucial.

Si el discurso que me digo a mí misma es que soy un desastre, ¿veo probable que la próxima vez que vuelva a encontrarme en la misma situación me salga mejor? Todavía os diré más, ¿veis probable que, en la próxima jugada, por fácil que sea, enceste? O incluso si acierto, me diré «Claro, sólo sirvo para las fáciles».


En cambio, ¿cómo creemos que nos puede afectar el error si después de cometerlo entrenamos nuestra mente para no castigarse a sí misma y porque cuando tengamos un rato de descanso, al minuto, a la media parte o a casa después del partido dedicamos un rato a hacer una reflexión?

Os pongo otro ejemplo de las preguntas que me puedo hacer y las posibles respuestas:

¿Cuáles son las causas de mi error?

¿Que he aprendido y que puedo hacer diferente?

¡Ver qué alternativas posibles tengo a lo que he hecho y entrenarlas! Si se trata de que no bombeo el balón puedo pedir a mi entrenador trabajar más este aspecto de mi juego, o incluso trabajarlo con un entrenador particular. Si se trata de inseguridad tendré que recurrir a un entrenador emocional para encontrar mis recursos y entrenar mis fortalezas.

Las mentes más entrenadas ya van con estas lecciones aprendidas, y cuando cometen un error, piensan bien. Olvidan al instante porque ya están concentrados en la siguiente jugada. Aplican de forma automática los aprendizajes en la mayoría de las situaciones que
se dan durante el juego.ú

Lo que os quiero transmitir es que cuando actuamos y cometemos un error éste es un magnífico maestro si estáis dispuestos a aprender de él. Debemos permitir que nos enseñe, ya que la solución pasa muchas veces por nuestras manos, pero no vamos en la dirección correcta para conseguirla. Nos bloqueamos con el auto castigo y empezamos a ver como por un pequeño agujero. Haz la prueba y coge una cartulina, hazle un agujero y mira a través de él. ¿Cómo describáis ahora tu visión del mundo? ¿Reducida, quizás?

¿Qué puede hacer el entrenador/a para ayudar al jugador/a?
Primero de todo hacer el mismo ejercicio que el jugador/a, los ejemplos que he puesto se pueden aplicar perfectamente a la faceta de entrenador/a. Hacernos preguntas en vez de flagelarnos con la interpretación que hacemos de la situación. Un entrenador/a que tenga bien trabajado el concepto del error y entienda al gran maestro que es para crecer, podrá acompañar mejor a sus jugadores/as.

Después no «machacar» la autoestima de tu jugador o jugadora, que ya de por sí está «tocada». Si un/a jugador/a ha pensado que no ha estado a la altura de las circunstancias en la jugada x, ¿le está ayudando que le digas que no llegará nunca a ningún sitio y que esa es la demostración palpable porque siempre falla cuando más se le necesita?

Quizás estemos proyectando nuestra propia frustración e impotencia a nuestro jugador en ese momento y sin embargo hay otras opciones más rentables que podemos explorar. Como, por ejemplo: Animar más que nunca a aquel jugador/a, recordándole sus cualidades, que tanto valoramos, y que tanto necesita tener disponibles para seguir rindiendo bien. Tanto él, como el equipo las necesita. Y después del partido podemos acompañarle a reflexionar con las preguntas que os ofrecía más arriba. No es fácil eso de hacernos preguntas, no tenemos el hábito, y en general preferimos vivir en un mundo de certezas cuestionables, pero que nos hacen sentir estables y seguros. Errar forma parte de la vida, deberíamos verlo con naturalidad.

El mejor tirador de triples de la NBA tiene un 40% de aciertos desde esta distancia, por lo tanto, tiene un porcentaje de error del 60%. El propio Michael Jordan tiene una frase muy famosa que dice: «He fallado más de 9.000 lanzamientos en mi carrera, he perdido más de 300 partidos, en 26 ocasiones confiaron en mí el lanzamiento ganador y lo fallé, he fracasado una y otra vez en mi vida, y es por eso que he tenido éxito».
En consecuencia la clave para ser tu mejor versión no está en no cometer errores, está en cometerlos y luego gestionarlos bien.


Para terminar os pondré otro ejemplo: los famosos «post-it», que hoy en día están en todas las oficinas e incluso en nuestras casas, son fruto de un experimento fallido en busca de una súper goma de enganche. De resultado del experimento en lugar de salir una pega muy fuerte salió una muy débil. El científico podría haber pensado que era un desastre y no haber aprendido nada, pero en vez de eso buscó posibles aplicaciones (soluciones) a aquel descubrimiento. No hace falta que os explique el resto.
Yo solo abro la puerta a nuevas perspectivas desde mi experiencia como jugadora y ahora como coach, esperando que os sirvan.


¡Hasta otra!


Núria Fonts Mateo

Entrenadora Certificada

Ex deportista de élite

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