En este artículo quiero introducir un tema apasionante, clave para el éxito de cualquier deportista, practique la disciplina que practique. El diálogo que mantiene consigo mismo, dentro y fuera de la pista. Con el lenguaje construimos la realidad y tanto o más importante es lo que dices a los demás, como lo que te dices a ti mismo.
Te invito a imaginarte en un partido de baloncesto, como jugador o jugadora, mientras estás «leyendo» el juego para tratar de encontrar en cada momento la mejor acción, pero te das cuenta que te acompaña una voz dentro de tu cabeza que te interpreta lo que haces, te juzga.
Te pondré un ejemplo:
Una jugadora cuando falla un par o tres tiros seguidos y su cabeza empieza a generar pensamientos como:
- Tienen razón los que no confían en mi. No llegará nunca a ser una gran jugadora.
- Mis padres y el resto de espectadores seguro que se piensan que no soy lo suficientemente buena.
- No vuelvas a lanzar. ¿Qué pensarán mis compañeras? no tengo el día, hay otras que pueden anotar.
- Etcétera.
En resumen, mensajes que restan confianza en uno mismo, verdad?
Me gustaría introducir aquí un ejemplo personal, y más adelante entenderéis porqué. Cuando tenía 14 años, tuve un entrenador que fue capaz de hacerme sentir muy segura de mi misma: Ernesto Pascual.
Ernesto es un gran entrenador que además propició que mi «vocecilla» interna se silenciara. Sustituyó, creo que sin ser consciente, mis pensamientos negativos por los suyos que eran positivos. Mira que me echaba broncas, pero nunca, ni una sola vez, me hizo dudar de su absoluta confianza en mi.
Es muy sustancial que el jugador o jugadora sienta que el entrenador/a confía y le valora de forma genuina y desinteresada. Creer en tu jugador de forma sostenida en el tiempo puede cambiar su destino, tanto personal como deportivo. Así de determinantes somos los instructores para nuestros deportistas. Tratando a una persona como lo que puede llegar a ser, estás propiciando que se acabe convirtiendo. Debemos pensar que todos nuestros jugadores tienen cualidades y si no las vemos es que posiblemente no nos hemos puesto las gafas para verlas bien.
Por buscar una similitud, y no quiero que interpretéis que se trata de modelar a nadie, sería mirar al deportista como un alfarero mira el trozo de barro. Él no ve una masa deforme; él ve la más bella figura que de allí saldrá.
Volviendo al diálogo interno, os facilitaré un mensaje, simple pero consciente:
«La llave para fluir jugando es que la mente calle»
Y ahora comprenderéis mejor el porqué de introducir a Pascual. Él fue capaz de parar la maquinaria de autodestrucción que puede ser la mente humana, y la susituyó por la suya. Recuerdo partidos y entrenos en los que estuve especialmente acertada porque no me dejaba caer y me decía: «ataca», «juega», «muerde», «haz lo que sabes hacer»… No me dejaba pensar. Solo hacer.
Lo ideal, como podéis comprender, es no necesitar a nadie durante la práctica deportiva. Lo que hemos de conseguir es acompañar al jugador/a a que él mismo revele y utilice sus propios recursos mentales para conseguirlo y eso es posible a través del coaching.
¿Por qué es tan importante callar tu mente? Pues porque solo silenciándola te puedes concentrar plenamente en el juego y rendir al máxio de tus posibilidades en ese momento. Saber de dónde sale ese discurso es el primer paso y ayuda.
Os daré dos motivos que suelen ser los habituales y que lo engloban todo:
- Una excesiva autocrítica
- Dudas sobre uno mismo
Los dos los podríamos definir como hábitos que ha adquirido nuestra mente y que nos boicotean, no permitiendo que disfrutemos y nos luzcamos como podríamos hacerlo.
Encuentro que André Agassi lo explica bastante bien en esta frase que se le atribuye:
«Debe aprender a amar el proceso, el trabajo duro y a desconectar de tu ego de los resultados. Cuando aprendas eso conseguirás estar en paz, y la paz mental para trabajar cada día debe ser tu objetivo, no el éxito»
Aquí os dejo algunas cuestiones que suelen preocupar a los jugadores/as:
- No tengo suficiente calidad; no sé aplicar lo que me enseña el entrenador.
- Por más interés pongo en que me salga una técnica en particular, pero la ejecuto.
- Entreno mucho mejor que juego.
- Me pongo nervioso en los momentos más importantes.
Muchas veces el problema no es que no tengan los conocimientos necesarios para brillar, es que creen de forma errónea que no los tienen, lo que les lleva a sentirse incompetente, y en consecuencia a fallar. ¡Y ya tenemos en marcha el perfecto círculo vicios que se retroalimenta!
A parte de mi propia experiencia profesional y personal, gran parte de los aprendizajes que os muestro en este tema los he aprendido de un libro, «El juego interior del tenis» de Timothy Gallwey, que os recomiendo leer a todos los jugadores/as y entrenadores/as que os queráis iniciar en la habilidad de entrenar vuestra mente.
Esperando que os haya resultado interesante este escrito, me despido hasta el próximo en el que seguiré profundizando en esta temática.
«Tu peor enemigo no te puede hacer tanto daño como tus propios pensamientos. Ni tu padre ni tu propia madre, ni tu amigo más querido, te pueden ayudar tanto como tu propia mente disciplinada – Buda«
Artículo de Nuria Fonts (Coach Profesional Acreditada)